El pasado sábado me encontraba
en un centro comercial ubicado en una emblemática ciudad del imperio
del norte, cuando presencie un diálogo de actualidad entre dos criollas
damas. En efecto una de ellas, en correcto inglés, le preguntó a la
dependiente por el costo de una cartera y apenas obtuvo la respuesta
hizo un cálculo mental seguido de una exclamación por lo barato del
artículo pues lo calculó a 6,30, la decisión no se hizo esperar y la
cartera fue adquirida sin miramientos.
La conducta de estas
venezolanas no nos debe sorprender pues si hay algo barato para los
venezolanos es el dólar oficial y, mientras se pueda aprovechar el bajo
precio que tiene, los venezolanos lo aprovecharán sin reparar en el
dilema ideológico que tal cosa pueda representar.
El problema es
que este aprovechamiento será mientras se pueda, es decir mientras el
gobierno no decida devaluar el signo monetario y, aun en ese escenario,
el dólar será barato pues la comparación será con el dólar de color
oscuro. En otras palabras, mientras haya control de cambio, el dólar oficial siempre será barato.
Las
razones por las cuales se instrumentó el control de cambio no fueron
económicas, fueron políticas con impacto en la economía.
Lamentablemente, la dirigencia oficialista posiblemente midió el
alcance económico de tal medida, pero descansaron en el elevado precio
del barril de petróleo y en el poder de la palabra del gran responsable
de este estado de cosas, por supuesto, acompañando de quienes
conociendo el impacto, fueron incapaces de oponerse, lo que los hace
tan responsables como el difunto líder (la historia deberá juzgarlo).
El
hecho cierto es que el modelo de organización socioeconómica denominado
socialismo del siglo XXI, no dio, ni dará resultado, es inviable y eso
lo sabe la cúpula chavista. El desastre es de tal magnitud que me atrevo
a afirmar que hasta el inefable Giordani, uno de los más responsables,
también está convencido de su inviabilidad. La gran pregunta que surge
en la boca de cualquier ciudadano normal común y corriente: ¿qué están
esperando para tomar las decisiones que enrumben al país?
La
critica situación del país, que más evidente no puede ser, tiene
preocupados a propios y extraños y me atrevo a decir que dentro del
oficialismo debe haber alguna mente sensata que lo esté y mucho. Estos
escenarios de incertidumbre son proclives para bolas, rumores y posturas
extremas por parte de quienes se ven severamente afectados por la
situación, los venezolanos en su conjunto. Expresiones tales como la
caída del régimen, la renuncia de algunos ministros, la renuncia de
Maduro, en fin cualquier cantidad de rumores, no logran arrancarle al
gobierno alguna frase esperanzadora que dé indicio de que el futuro del
país está por encima del presente del proyecto revolucionario. Lo más
grave es que, sin lugar a dudas, los representantes menos extremistas
del oficialismo, saben lo que hay que hacer.
Resulta inexplicable
que a pesar de las evidencias, el oficialismo se aferra a endilgar al
imperio, a la oposición y a cualquier ente externo la responsabilidad de
la profunda crisis. Como respuesta hay una exacerbación de los
controles, las regulaciones y las restricciones y en el fondo de lo que
se trata es de mantener el poder pues los incentivos son muchos y muy
abundantes.
No hay ninguna duda, este régimen se viene gangrenado poco a poco.
mayora.j@gmail.com
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